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Ciudadanía digital, definición

Frente a las nociones de ciudadanía como participación institucional o inclusión, se identifica un conjunto de documentos a nivel de organismos internacionales que plantean la importancia de desarrollar habilidades digitales en los ciudadanos y sobre todo en las nuevas generaciones, así como de mejorar los canales de participación y comunicación del sector público con la ciudadanía.
 
En primer lugar, el Banco Mundial trabaja este concepto en el marco de un documento que ofrece criterios para evaluar programas de ciudadanía digital. Más específicamente, la Participación Ciudadana Digital (DCE, por su sigla en inglés) se define como el uso de nuevos medios/tecnologías digitales de información y comunicación para crear o mejorar los canales de comunicación que facilitan la interacción entre los ciudadanos y los gobiernos o el sector privado. El DCE puede usarse para mejorar la toma de decisiones a través de una participación ciudadana más efectiva, representación y expresión, o para mejorar los resultados de desarrollo. Aborda preguntas específicas: ¿Agregar tecnología digital al proceso de participación ciudadana realmente proporciona formas más rápidas, más baratas y más fáciles para que los ciudadanos se involucren con el Estado u otros proveedores de servicios? ¿Pueden las tecnologías digitales reducir los costos de interacción para los gobiernos y ofrecer resultados de desarrollo mejorados y más específicos? ¿Qué riesgos conlleva esta nueva tecnología? ¿Se ha excluido a ciertos ciudadanos (intencionalmente o no) del proceso de participación? ¿Ha cambiado la forma en que las personas se involucran y se comunican, para bien o para mal? ¿La tecnología ha afectado a los grupos e instituciones previamente existentes que estaban intermediando los procesos de participación antes de que se introdujera la tecnología? Considerando estas preguntas orientadoras, el documento aporta herramientas para evaluar si algunos programas en el mundo promueven o no la participación ciudadana digital.
 
Por otra parte, diversos organismos abordan el concepto para plantear la importancia de preparar a las futuras generaciones para participar de la sociedad crecientemente digital. La OCDE define el concepto como garantizar que los niños, niñas y adolescentes se involucren de manera segura y efectiva con las tecnologías digitales, ya sea en el hogar, en la escuela y más adelante en la vida en el lugar de trabajo. Propone que el compromiso efectivo con la tecnología digital incluye acceso y uso, planteando el problema de las brechas en el uso de las tecnologías digitales y las habilidades correspondientes, especialmente en niños, niñas y adolescentes más desventajados. Para que esta brecha no se siga ampliando, se plantea la necesidad de que los sistemas educativos adopten un enfoque inclusivo y holístico para garantizar el acceso de los más desfavorecidos y ayudar a fomentar las habilidades que todos necesitan para convertirse en usuarios activos y éticos de las tecnologías digitales. Se plantea que la ciudadanía digital permitiría capacitar a los niños, niñas y adolescentes para participar de manera activa y responsable en la sociedad (OCDE, s.f.).
 
Por su parte, la UNESCO plantea que es necesario ir más allá de las habilidades digitales o mediáticas e incluir capacidades cognitivas, críticas y creativas. En consecuencia, define ciudadanía digital como "poder encontrar, acceder, usar y crear información de manera efectiva; interactuar con otros usuarios y con contenido de forma activa, crítica, sensible y de manera ética y navegar en el entorno en línea y de las TIC de manera segura y responsable, al mismo tiempo que conocer los propios derechos". Entre las iniciativas que impulsa UNESCO en esta línea se encuentra Educación 2030, que tiene como objetivo asegurar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, así como oportunidades de aprendizaje permanente para todos, abordando principalmente la brecha generacional y la de género.
 
El Consejo Europeo define a un ciudadano digital como aquel que, a través del desarrollo de una amplia gama de competencias, es capaz de participar de manera activa, positiva y responsable en comunidades locales, nacionales o globales. Como las tecnologías digitales son disruptivas por naturaleza y evolucionan constantemente, el desarrollo de competencias es una actividad permanente. Se plantea que es un proceso que debe comenzar desde la primera infancia en el hogar y en la escuela, en entornos educativos formales, informales y no formales. Más específicamente, la ciudadanía digital y el compromiso implican una amplia gama de actividades, desde crear, consumir, compartir, jugar y socializar, hasta investigar, comunicarse, aprender y trabajar. Los ciudadanos digitales competentes pueden responder a desafíos nuevos y cotidianos relacionados con el aprendizaje, el trabajo, la empleabilidad, el ocio, la inclusión y la participación en la sociedad, respetando los derechos humanos y las diferencias interculturales.
 
Adicionalmente, la Comisión Europea definió en 2013 lo que llamó el marco “Digital Competence Framework for Citizens”, también conocido por sus siglas DigiComp. Su objetivo era ser una herramienta para mejorar la competencia digital de los ciudadanos, ayudar a los responsables de formular políticas para que apoyen la creación de competencia digital y planificar iniciativas de educación y capacitación para mejorar la competencia digital de grupos objetivos específicos. DigComp también proporcionó un lenguaje común para identificar y describir las áreas clave de competencia digital y, por tanto, ofreció una referencia común a nivel europeo. Este marco se basa en el reconocimiento que el trabajo, empleabilidad, educación, ocio, inclusión y participación en la sociedad están siendo transformadas por la digitalización. En consecuencia, la competencia digital, o el uso seguro y crítico de las herramientas de las TIC en estas áreas, es vital para la participación en la sociedad y la economía de hoy.

Cortesía Colabora